Por Daucus Carota
CDMX.- Al escuchar las palabras que su novio, Carlos Hugo Miramontes, le susurraba al oído, Chelo sintió que su corazón estallaba, anunciando que su cuerpo estaba listo para entregarse a la pasión que ella misma se había prohibido.
“No fue solamente una frase”, dijo ella entre suspiros, “me dijo varias cosas que de inmediato me hicieron comprender que era mi alma gemela”.
“Por eso no pude más, cedí y me le entregué como hace meses me había pedido”.
Los versos que Carlos Hugo le recitaba mientras hacían el amor, convirtieron el momento en algo más allá de lo terrenal.
“Fue increíble”, señaló Chelo, “me decía que mi boca lo provocaba y cosas bien bonitas… lo amo tanto”.

Entrevistado al respecto, Carlos Hugo, quien cursa el séptimo año de la carrera de Filosofía en la UNAM, negó que Chelo fuera la musa que había despertado a su poeta interior y admitió que sólo repitió algunas frases que había leído en una barda mientras viajaba a bordo de un microbús rumbo a casa de su novia.
“Se puso re’loca… estuvo bien chido”, comentó.