CDMX.- La alegre tradición de visitar semanalmente el Hooters ubicado en Avenida de los Insurgentes Sur 2018, en la Delegación Álvaro Obregón, que Julián Alcántara mantuvo durante años, perdió la magia ayer de forma repentina.
“Desde el momento en que entré al Hooters al que siempre había venido en México”, dijo el ingeniero químico, “supe que nada volvería a ser igual”.
El entrevistado atribuye su desánimo y desilusión al hecho de que, hace una semana y por cuestiones de trabajo, tuvo que viajar a Sudáfrica.
“Después de una convención celebrada en Johannesburgo tuvimos un tiempo libre, así es que decidí no romper mi tradición semanal y me fui al Hooters ubicado en Emperor’s Place”, señaló Alcántara con lágrimas en los ojos.
“De inmediato noté que todo estaba mucho más rico”, indicó el ingeniero químico, “allá me topé con pechugas más naturales, más firmes y más jugosas… y cuando regresé, me di cuenta de que las pechugas que ofrecen aquí son muy pequeñas y las que no lo son, es porque están llenas de químicos”.

“Los ejemplares de aquellos lares tienen una genética diferente y eso se nota”, agregó.
“¡Y las piernas! ¡qué barbaridad! ¡no me hagan recordar las piernas..! deliciosas, suaves, torneadas, no podía creer lo que estaba viendo en aquel lugar, no podía creer que todos estos años me había conformado con tan poco”, señaló Alcántara.

“¿Y el servicio?”, se le preguntó.
“Más complicado, pero lo vale”, indicó el entrevistado, “en Hooters México solo pides, y papas, no cuesta mucho trabajo… pero allá tienes que rogar, tienes que aplicarte a fondo para convencer a las meseras. Es mucho más laborioso, sobre todo siendo extranjero, pero definitivamente vale más la pena”.
Por El Nabo