CDMX.- En abril del 2016, cuando Hilda Martínez decidió consultar a una especialista para bajar de peso, la nutrióloga le recomendó comprar el vestido que siempre había soñado, en la talla que esperaba alcanzar al cumplir su objetivo.
Hilda decidió que si iba a seguir el consejo, lo haría en grande y eligió un elegante vestido azul oscuro de falda plisada y espalda descubierta diseñado por Ralph Lauren.
“El vestido me costó casi 3 mil dólares”, indicó Hilda, “y supuse que ese gasto me iba a motivar aún más para bajar los 11 kilos que traía encima”.

Hilda acudió semanalmente a ver a su nutrióloga, pero en el consultorio se hizo evidente que la paciente no estaba siguiendo las instrucciones de alimentación, ni realizando el ejercicio que la especialista había recomendado.
“En la cita de la primer semana”, explicó la nutrióloga que por razones éticas nos pidió omitir su nombre*, “me topé con que Hilda había subido casi medio kilo”.
“Pensé que se debía al estrés y a los ajustes que estaba realizando, pero el aumento de peso fue regular durante las siguientes consultas”, señaló la especialista, “lo que me hizo sospechar que no estaba siguiendo ninguna de mis indicaciones”.
La relación entre Hilda y su nutrióloga terminó cuando, durante la novena y última consulta, ambas se culparon por la falta de resultados.
“Terminé con 16 kilos de más”, señaló Hilda quien afirmó que, tras el fracaso, inició una nueva dieta en la que solo come lechuga y bebe agua natural**.
Aunque está consciente de que su exceso de peso aún no le permite usar su vestido Ralph Lauren, Hilda lo saca con frecuencia del clóset para sostenerlo frente a ella mientras se mira en el espejo.
“Algún día”, dice mientras lo vuelve a guardar cuidadosamente.
*Viviana Torres Huerta.
**Está mintiendo. Vimos tres cajas de pizza y dos six de cerveza en su cocina.
Por La Berenjena