Por El Champiñón
Puerto Vallarta.- Reynaldo Mendoza, de 26 años de edad, tenía un sueño: convertirse en el elemento clave en la diversión durante las reuniones con sus amigos.
Tocar un instrumento sería una gran opción, pensó hace ya casi 9 años y, con una determinación que hoy le resulta extraña, acudió a inscribirse a una escuela de música.
Mientras pedía informes se contagió del entusiasmo mostrado por los estudiantes de batería, mismo que rebasaba al de los aprendices de los demás instrumentos.
Los meses se convirtieron en años y, de un día para otro, adquirió la confianza necesaria para demostrar a sus amigos su recién adquirido talento.
Ellos aplaudieron y se emocionaron al ver la destreza mostrada por Reynaldo quien, como siempre lo soñó, constantemente es invitado a más reuniones de las que pudo haber imaginado.
“El problema es cargar para todos lados con los méndigos tambores”, lamentó, “ni coche tengo y cuando llego a las reuniones sin la batería, siempre puedo ver la decepción en el rostro de quienes me invitaron”.